jueves, 6 de octubre de 2011

EL ALMA DE LAS ESTRELLAS. Parte 1 - Sarah Degel

-          ¿Te gusta contar estrellas?
-          Dicen que si las cuentas, pedacitos de tu alma se van quedando atrapados en ellas hasta que desapareces.
-          ¡No me digas eso! Yo cuento estrellas.
-          Tienes que dejar de hacerlo si no quieres desaparecer.
-          ¿Y para qué quieren las estrellas el alma de las personas?
-          Nunca lo he pensado.
-          Deberíamos preguntárselo, quizás ellas nos lo puedan decir.
-          Son demasiado egocéntricas como para hacerlo, mejor dejémoslo estar. ¿No te parece?
-          Quizás… pero por si acaso, no volveré a contarlas.

Mi nombre es Hoshi Kuroi, pero no soy japonesa, aunque mi padre sí lo era.
Soy una chica de 21 años de piel pálida como la luna y ojos negros como la noche. Me gusta llevar pantalones ajustados negros de cuero y una camiseta blanca ligeramente transparente combinados con un abrigo largo también de cuero y, por supuesto, un pequeño bolso a juego. Llevo el pelo corto, bastante corto, para que me resulte más fácil cazar estrellas. Ah, sí, me había olvidado, soy cazadora de estrellas.
Sí, lo sé, parece que os estoy tomando el pelo, pero es la verdad. ¿No creéis en duendes, ángeles o unicornios? ¿Y por qué no creer en cazadores de estrellas?
Los cazadores de estrellas somos unos pocos elegidos nada más nacer. Llevamos una marca con forma de estrella en el talón del pie derecho, es nuestro distintivo.
Cuando nacemos, un enviado de la Luna (se llaman así, no es que vengan de allí), viene a buscarnos, nos aíslan de nuestras familias y nos llevan a la urbe que nos corresponda, la mía es Sakura que significa flor de cerezo.
¿Sabéis por qué cazamos estrellas? Porque hay algunas que se llevan el alma de las personas, hasta que éstas desaparecen; son las llamadas estrellas negras, como mi nombre: Hoshi significa estrella y Kuroi negra. Y tan sólo los designados por la marca podemos cazarlas, es por eso que nos llevan a las urbes para aprender cómo hacerlo.
Las urbes son tu casa, tu lugar para entrenar, para disfrutar del ocio, para estudiar, para trabajar, para vivir... lo son todo durante los primeros 18 años de la vida de un cazador de estrellas; pero lo que no son es tu familia o tus amigos; somos máquinas entrenadas para cazar y nada más que eso, no nos está permitido demostrar nuestros sentimientos porque sería flaquear y podría traer malas consecuencias.
He ido creciendo durante todos estos años sin cuestionar las normas, de hecho, fui considerada una de las mejores de mi promoción, pero justo unos días antes de graduarme descubrí algo que cambió mi vida por completo y desde entonces vago por el mundo aferrándome a ello como si fuera mi último halo de vida, porque necesito algo más que cazar estrellas sin más.

2 comentarios:

  1. vayaaa, me tatué las estrellas en mal sitio, jajaja.
    m gusta ese "no m conformo con lo q tengo, kiero más"
    a ver q pasa en la siguient entrega........

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  2. Se ve una historia interesante, intentare ir poniéndome al día con tu blog.

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