viernes, 27 de enero de 2012

LA BESTIA DEL CAPITOLIO - Sarah Degel

Hace muchos, muchos años, en el Capitolio se hizo un experimento clandestino del que nunca se ha sabido. Pero hoy, alguien ha logrado desvelarlo. Es realmente impactante, duro y cruel; así que si eres sensible, mejor olvídate de seguir leyendo porque todos los animales conocidos hasta ahora que han sido creados, no tienen absolutamente nada que ver con lo que aquí se va a desvelar.
Thomas Kellerfield era un chico sin escrúpulos, que jamás había conocido los límites.
Fue un joven muy despierto y de buenas calificaciones. En cuanto entró en la Universidad destacó por su astucia e ingenio. Y allí fue donde un profesor le habló de un conocido que tenía a otro conocido que conocía a otro… total, que el fabuloso joven terminó una mañana soleada de sábado con los ojos vendados y las manos atadas en un despacho a gran altura escuchando la voz solemne de alguien bien conocido en el Capitolio, del que no vamos a rebelar el nombre, aunque ya muchos puedan sospechar de quien se trate.
Y allí fue donde ese chico, por primera vez, pudo quitarse la venda y ver al que iba a ser su jefe, pues enseguida cogió una pluma dorada y estampó su firma en un documento por el que pasaba a ser propiedad misma del Capitolio y estaría siempre a su disposición hasta el día de su muerte.
Muchos fueron los éxitos de este joven que enseguida pasó a ocupar un lugar muy importante.
Un buen día, el jefe lo mandó llamar y le hizo una propuesta más que arriesgada que, el chico ya hecho hombre, aceptó al instante, pues no podía evitar sentirse atraído por los retos.
Pasó muchos días y muchas noches sin apenas cerrar los ojos más que unos minutos, devanándose los sesos por conseguir aquello que complaciera a su jefe. Adelgazó considerablemente, sus negras ojeras y su blanca piel le hacían parecer un zombi, pero un zombi que seguía intentando dar con la clave de todo el asunto, un zombi pensante, si eso alguna vez ha sido posible. A veces, dejaba que la locura se hiciera con todo su ser para luego poder volver a la cordura y no caer loco como a muchos de sus compañeros les había pasado en más ocasiones de las que quisiera saber. Hasta que un día, ahí estaba, algo surgió en su cabeza, inmediatamente fue a parar a un papel, después al ordenador, hizo varias investigaciones y pruebas ficticias, hasta que por fin fue a hablar con su jefe para contarle su proyecto y pedirle todo lo necesario para realizar pruebas reales. Al terminar su presentación, estaba exhausto. Miró al jefe directamente a los ojos, y enseguida lo supo, lo había dejado absolutamente impresionado y con ganas de ver si realmente todo aquello iba a funcionar.
Una vez tuvo todos los medios necesarios a su disposición, comenzaron las pruebas que duraron varios años. No le importaba todo el daño que estaba haciendo al realizar sus experimentos, solo necesitaba saber que todo su esfuerzo no había sido en vano y que iba a ser capaz de dejar boquiabierto a su jefe.
Y llegó el día, ese día en que consiguió la perfección más absoluta, ese día en que la mayor perversión jamás imaginada pudo por fin crearse y… se la mostró a su jefe maravillado mientras un discurso salía de su boca como si hubiera pasado horas y horas preparándolo, pero, en realidad, era una mera improvisación fruto de la energía que le invadía.
-Muchas veces se han hablado de las quimeras y sus posibles aspectos.
Según la mitología griega la quimera aparece como un monstruo aterrador que comía animales en grandes cantidades. Considerada madre con Ortro de la Esfinge y el León de Nemea, hija de Tifón y de Edquidna.
El científico hace un breve silencio para mirar a su jefe que ha permanecido en silencio sin cortar su perorata, parece abstraído admirando la bestia enjaulada. A pesar de la situación, el hombre continúa hablando, no le importa no ser escuchado.
-Nadie fue capaz de dar una descripción exacta, pero lo que sí se sabe es que era una mezcla de animales muy poderosos.
También tuve en cuenta, a la quimera representada en aquella fábula donde tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón. Sin olvidar que vomitaba fuego.
Así que, hice una lista de los animales que consideré más poderosos del mundo, seleccioné los mejores y apunté en qué destacaban y uní todas esas cualidades en este ejemplar.
El jefe levanta la mano pidiendo silencio, el científico se calla automáticamente.
-¡Asombroso! Puede marcharse.
El científico abre la boca para decir algo, pero se lo piensa mejor, asiente y deja la estancia donde tan solo se queda el jefe con la aberración creada.

EN LA ACTUALIDAD

El presidente Snow está sentado frente a su escritorio, hay un montón de folios sobre su mesa. En el primero se puede leer el nombre de un proyecto y debajo, una horrenda criatura ocupa el resto de la página.
El hombre roza la hoja con sus dedos, mientras una horrible y desencajada mandíbula intenta conseguir una sonrisa, algo que nunca ha hecho en su vida.
En ese instante, el himno comienza a retumbar por todo el Capitolio. Los Juegos están a punto de empezar y Snow comienza a reír a carcajadas como un loco.

Los Juegos van a comenzar,
Debemos estar listos para poder escapar.
No importa si hace frío o si empezamos a helarnos,
Siempre podemos buscar algo con que taparnos.
Si por el contrario, el calor se hace insoportable
Metámonos en el agua pero no la bebamos que no es potable.
Siempre intentando escuchar todo y ver al contrincante,
Si decidimos pelear, intentemos llevárnoslo por delante.
Así son Los Juegos del Hambre,
Mucha apariencia y jugar como nadie.
Porque si quieres salir vivo tienes que ser inteligente,
O sino ya te estás olvidando de toda tu gente.


martes, 10 de enero de 2012

QUERIDOS REYES MAGOS - Sarah Degel

Queridos Reyes Magos,
Muchas son las cosas que me encantaría pediros, pero tal y como están las cosas hoy día y viendo que la crisis llega a todos lados, seguro que a vuestras familias también, así que voy a ser buena chica (como lo vengo siendo CASI todo el año) y no voy a pediros cosas demasiado excesivas para dar oportunidad a los demás.
Me gustaría pediros primeramente un mundo sin crisis, sé que es complicado pero está teniendo consecuencias demasiado graves. También me gustaría pediros que convencierais a todos aquellos que tienen tanto dinero y lo derrochan a mansalva, que se lo den a los más desfavorecidos y no tengamos que ser los que tenemos una economía algo ajustada los que intentemos ayudar a estas personas, ya que no nos da para todo.
Os pido trabajo, mucho trabajo, no solo para mí, que desde que salí de la Universidad no me han dado lugar a demostrar mi valía, sino para todos aquellos que se han viso arrastrados al paro de una manera u otra y no tienen ni cómo alimentar a sus familias, yo, al menos sigo resguardada bajo mis padres y no puedo quejarme.
También me gustaría pediros que la hipocresía que cada vez va extendiéndose por el mundo y haciendo de las personas, gente desconfiada, deshonesta, intolerante y egoísta; empiece a mermar, que las personas piensen en otras y vean más allá de sí mismas; cada vez es más complicado encontrar buenas personas, aunque es otra cosa que personalmente no puedo quejarme, pues estoy rodeada de bastantes personas buenas, ¡gracias!
También me gustaría pedir por la ignorancia, que en estos tiempos no debería de ser tanta y que, ahora a cuenta de la crisis y de los chicos que todo les da igual, cada vez menos terminan el colegio. No seáis tontos, el colegio hay que terminarlo y estudiar mucho para aprender, pues cuánto más ignorante es uno más pueden controlarlo.
Para concluir, aunque estoy segura de que me he dejado demasiadas cosas en el tintero (algo tendré que dejar para pedir el año que viene así que…), me gustaría pedir que los sueños de las personas se cumplieran, incluidos los míos que no son muchos: encontrar trabajo, irme a vivir a Madrid y publicar mi libro. Porque aunque parezca mentira, los sueños nutren a las personas y son grandes motivos por y para los que vivimos, porque sin los sueños, la vida no tendría sentido y si la vida no tiene sentido, tampoco lo tiene vivir.
Sin más, me despido atentamente con muchas ganas de que algún pedido de mi carta se cumpla y si no pudiera ser, el año que viene volveré a pedirlo y al siguiente y al siguiente, porque la perseverancia siempre da sus frutos.

Su atenta seguidora,

Sarah Degel