domingo, 9 de octubre de 2011

EL ALMA DE LAS ESTRELLAS. Parte 4 - Sarah Degel

No sé cuánto tiempo ha pasado cuando despierto, ¿por qué me habré dormido? Abro los ojos muy despacio y siento una luz cegadora, una luz que recoge todos los colores del arco iris.
Miro asombrada a todos lados con los ojos abiertos como platos y una gran sonrisa en mi cara, de pronto, siento como se me eriza el vello de los brazos y un chispazo eléctrico me atraviesa todo el cuerpo, pero en vez de hacerme daño, hace que me sienta diferente.
Una voz metálica comienza a escucharse en apenas un susurro.
-          Hace muchos años, las estrellas tenían alma, el alma más pura jamás imaginada. Siempre se ha creído que sólo pueden tener alma los seres animados, pero no es cierto, las estrellas fueron las primeras en poseerla.
Podían sentir mucho más que lo que las personas sienten, tenían emociones e incluso instintos.
Las estrellas eran pues, unas almas puras que vagaban por el Universo, contemplándolo y cediéndole su sabiduría.
Pero en todo paraíso, siempre hay alguien o algo que se rebela.
Las estrellas no tenían nadie superior que las dirigiera, eran libres de hacer lo que quisieran; pero entonces, hubo una estrella, una estrella más oscura que ninguna, Uch, que quiso tomar el control de todas las estrellas y, con ellas, del Universo.
Poco a poco se fue formando un ejército de estrellas y, éstas, quedaron inevitablemente divididas en dos bandos: las estrellas negras y las estrellas blancas.
Hubo una batalla, duró tanto tiempo que el Universo comenzó a revolverse. Las almas de las estrellas que morían, fueron cayendo sobre la Tierra, y éste fue el principio de los humanos. Más adelante, se descubrió, que las estrellas que quedaron también habían perdido sus almas.
Al revolverse el Universo, se formó el primer agujero negro, que fui yo y empecé a absorber todo lo que había a mi paso, porque era negro como las estrellas que se alzaron. Absorbí tantas estrellas blancas, que eso provocó un cambio en mí, y por eso el arco iris. Desde entonces, a todo lo que absorbo, le doy un poquito de mi sabiduría y lo devuelvo a su lugar.
Se hace un silencio, muy breve, pero me parece eterno, y alzo la voz para realizar una pregunta.
-          Entonces, ¿quiénes ganaron?
La voz se toma su tiempo antes de contestar, pero cuando lo hace, es firme y segura, como desde el principio.
-          La batalla aún seguiría durando. Finalmente decidieron convivir en armonía.
       Al principio, parecía un acuerdo perfecto, pero los malvados no se rinden fácilmente, y pronto  descubrieron, que podían recuperar parte de su alma cuando los humanos las contaban, así que empezaron a ir absorbiéndosela en secreto, hasta que tiempo después, las estrellas blancas lo descubrieron. 
Éstas hicieron un pacto con la Luna, la cual, dispuso que enviaría cada cierto tiempo predeterminado a la Tierra cierta cantidad de enviados de la Luna que se encargarían de ir en busca de los enviados de las estrellas, también conocidos como cazadores de estrellas, a los cuales entrenarían para que, alcanzada la mayoría de edad, cazaran a las estrellas negras.
Otro silencio se hace de nuevo, y decido hacer una última pregunta.
-          Si es cierta la leyenda del cazador, ¿por qué los que subieron luego no volvieron?
La respuesta es inmediata.
-          Sólo las personas puras de corazón pueden recibir el don, el resto se convertirá en estrellas. Sólo unos pocos elegidos podréis contar estrellas después de visitarme, pero deberéis aprovecharlo con sabiduría. Tienes tu oportunidad, aprovéchala, porque nadie hasta ahora ha sabido hacerlo.
Tras estas palabras, siento un mareo y me vuelvo a dormir.

1 comentario:

  1. luna, estrellas,.......
    eso de venir de las estrellas suena muy poético, jeje.
    aprovechará el don Hoshi Kuroi?

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