jueves, 8 de diciembre de 2011

NANDE KUOM. Capítulo 9. La última partida - Sarah Degel

Aún tienen que esperar unos diez minutos antes de que el resto de mesas estén completas, momento en el cual, aparece un hombre trajeado bien parecido que se coloca en el centro de la sala y se dirige a todos los presentes.
-       Buenas noches, caballeros. Todos sabéis por qué estáis aquí: deudas de juego, puro vicio, necesidad de dinero inmediata… no me importa, yo sólo os ofrezco la oportunidad de ganar dinero, pero tened en cuenta que no todos pueden hacerlo. De cada mesa, sólo uno lo hará, y eso es algo que hay que respetar. A la menor trampa, al menor problema, esa persona será expulsada de la sala. En la puerta hay dos personas encargadas de ello.
Álex, al igual que todos los demás, mira hacia la puerta, un par de hombres han asomado sus cabezas para que todos sean conscientes de su presencia.
-       Y dicho esto, solo me resta deciros que tengáis suerte, juego limpio y que gane el mejor de cada mesa.
El hombre se retira a una esquina de la sala, mientras seis crupieres entran y se dirigen cada uno a su mesa correspondiente. Acto seguido, aparecen varias camareras ofreciendo algo de beber.
Álex se centra en su mesa, el crupier ya ha repartido las dos primeras cartas. Álex las mira, pareja de sotas, no empieza mal. Enseguida empiezan las apuestas, en esta primera ronda no son muy altas, ya que los jugadores se limitan a conocer a sus contrincantes y su forma de jugar. Una vez hechas todas las apuestas, el crupier saca las tres primeras cartas; un dos, un siete y un diez. Álex decide continuar jugando, observa a cada jugador meticulosamente, estudia cada gesto y cada expresión de su cara, aunque el que más le interesa es su compañero de enfrente.
Las apuestas continúan, la siguiente carta que ponen en la mesa es un ocho, lo cual provoca la retirada de dos de los jugadores, los cuatro jugadores restantes continúan con la partida, sale la última carta, una jota, Álex tiene un trío, pero sabe a ciencia cierta que su compañero de enfrente lleva escalera, aún así, apuesta. Llegan al final de la partida tres de ellos, levantan las cartas. La mujer se ha arriesgado con doble pareja, Álex muestra su trío y por último, el hombre levanta sus cartas sonriendo, lleva un caballo y un nueve, recoge sus primeras ganancias de la noche.
A partir de entonces la partida da comienzo realmente, las cartas están echadas, cada uno tiene una cierta idea del otro. La partida transcurre más o menos de forma regular, ganando el interesado de Álex gran parte de las jugadas, y las que no, siendo para Álex, lo cual provoca un enfrentamiento directo entre ambos jugadores, Álex ha provocado el pique que deseaba. Las horas pasan, y algunos jugadores de otras mesas se ven obligados a abandonar sus partidas al haber perdido todas sus ganancias, en su mesa, el primer jugador se marcha hacia las tres de la mañana. Continúan las apuestas y los vasos de alcohol que traen las camareras semidesnudas.
Hacia las seis de la mañana, pocos son los jugadores que quedan en la sala, en la mesa de Álex, solamente subsisten él, el hombre a por el que ha venido y la mujer de la primera partida.
A las siete, la mujer se marcha, dejando a Álex y al hombre de enfrente mano a mano, Álex siente que su excitación aumenta, el momento se acerca.
A las ocho menos cuarto, tan sólo quedan ellos dos en la sala, el organizador de la partida se acerca a su mesa y se sienta a observarlos.
-       Caballeros, estas partidas tan largas me emocionan notablemente, me gusta ver siempre a los dos últimos participantes terminar la partida, así que con su permiso.
Los dos le miran y le sonríen antes de volver a la partida. El crupier reparte, Álex mira sus cartas, dos ases, como él bien sabía antes de mirarlas, el destino está escrito y Álex conoce fragmentos de él. Sabe que es la jugada definitiva, si comienza con una apuesta demasiado alta, quizás su oponente decida retirarse, pero, sin embargo, si es algo más modesta, sabe, después de toda la noche, que su contrincante subirá dicha apuesta, lo cual provocará varias manos de subida hasta llegar aproximadamente a jugar la mitad de sus ganancias. Álex procede a poner su plan en práctica, que sale a pedir boca. El crupier quema carta y coloca sobre la mesa las tres primeras cartas: un siete de corazones, un diez de picas y, por último, un as de corazones.
Álex nota un ligero movimiento en la comisura derecha de los labios de su oponente, un intento de sonrisa, Álex lo tiene donde quiere, confiado, y apuesta la mitad de lo que le queda en la mesa, que es menos que lo que le queda al otro jugador, el cual ve la apuesta.
El crupier quema carta y coloca en la mesa la penúltima carta: una sota de corazones.
Álex apuesta parte de sus fichas, su contrincante, tal como Álex esperaba, hace all-in y mira a Álex interrogante.
-       Esta puede ser la última partida, y está muy emocionante – interrumpe el organizador – si tú también apuestas todo, la suerte estará echada – se dirige a Álex.
Álex, tarda unos segundos en decidir, y apuesta todo.
-       Descubran sus cartas.
Álex levanta sus dos ases. Su oponente muestra un cinco y un rey, ambos de corazones.
-       En este momento, podemos ver que Jan tiene un trío de ases, mientras que Leo lleva color, pero falta la última carta por poner sobre la mesa – el organizador hace una señal al crupier.
El oponente de Álex sonríe victorioso, está seguro de su jugada y apenas presta atención a la última carta, cosa que Álex sí que hace ansioso, ¿le habrá fallado el destino?
El crupier quema la última carta de la noche y lentamente saca la última carta que va a salir de la baraja, la que va a decidir la jugada y, por supuesto, el ganador.
Y ahí está, un cuarto as.
-       ¡Increíble! – murmura el organizador – con este cuarto as, la victoria es para Jan con un precioso póker.
Leo no se lo puede creer, Álex nota por primera vez en toda la noche, su desesperación en el rostro.
El organizador tras darle la formal enhorabuena, se marcha para cambiar las fichas por dinero para Álex.
Leo y Álex se miran durante unos segundos, Álex extiende su mano, la cual Leo agarra rabioso.
-       Me ha encantado jugar contigo, espero volver a tener la oportunidad de hacerlo.
-       Pues no creo que eso vuelva a pasar, necesitaba ese dinero para salvar mi vida.
-       ¿Deudas de juego?
Leo asiente.
-       Ahora sólo me queda esperar a que vengan a matarme.
-       Yo no lo haría, yo me ataría una soga al cuello y me ahorcaría, para que cuando vinieran a por mí, no pudieran cumplir con su cometido.
-       ¡Estás loco!
-       Piénsalo.
En ese momento, llega el organizador con un maletín con el dinero de Álex, Leo se marcha.
-       ¿En qué vas a emplear el dinero muchacho?
-       Pensé que no le interesaba – Álex le guiña un ojo – una mínima parte voy a utilizar para hacer un regalo, el resto irá a alguna organización benéfica.
Álex sale a la calle, mira su reloj, son las ocho y cuarto de la mañana, el sol le pega en plena cara, camina relajado hacia su casa, de camino compra un periódico que mira ya en su casa, sentado en su sofá mientras se toma un buen café.
-       Dos hermanos boxeadores se apalean hasta morir.
Tira el periódico sobre la mesa y bebe su café a sorbos, lentamente. Cuando lo termina, se ducha, se pone unos vaqueros raídos, una camiseta de Superman y una camisa de cuadros abierta encima, coge sus deportivas, se pone el abrigo y sale a la calle, camina durante poco rato hasta que ve lo que busca y entra.
Vuelve a casa enseguida, se cambia y se echa a dormir. 

1 comentario:

  1. En mi humilde opinión, creo q en este capitulo logras crear un ambiente de tensión idóneo, y eso q yo no entiendo de cartas, jeje. Estoy deseando q es lo q ve (aunq lo imagino) y q es lo q pasa a continuación ;-)

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