martes, 1 de noviembre de 2011

NANDE KUOM. Capítulo 6. Atado - Sarah Degel

Son las nueve de la noche cuando Álex despierta, ¿cómo ha llegado hasta allí? ¿otra vez no va a recordar nada? Pone los pies en el suelo, pero no siente los periódicos en las plantas de sus pies, comienza a buscarlos desesperado, hasta que los ve en el salón apilados sobre la mesa, y un bulto arrebujado en el sofá, Paula. Ésta se despierta al sentirle.
-       ¿Qué tal te encuentras? ¿Quieres que te haga algo de cenar?
Álex asiente. Paula le da un beso en la mejilla y abre la nevera, mientras Álex se pone las zapatillas y levanta la persiana. Mira hacia la calle, la oscuridad se ha cernido sobre la ciudad, las farolas iluminan débilmente, deberían cambiarlas por unas más nuevas y potentes. De repente, siente un flash, de nuevo la cabeza parece que se le va a partir en dos, se sienta sobre la cama con los ojos apretados, y lo ve, ve al segundo hombre que giró la cabeza aquella noche. Sin pensárselo dos veces, se pone el abrigo y se marcha dejando a Paula sola cocineando y sin darse cuenta de su ausencia.
Cuando sale del portal, aún ve al hombre a lo lejos, camina junto a un par de tíos, van en chándal y uno de ellos lleva un balón de baloncesto.
Cuando llegan a la esquina, el primero de ellos se despide y sigue su camino, los otros dos giran a la derecha, Álex los sigue en silencio.
Continúa tras ellos varias calles más allá, hasta que por fin, el hombre se queda solo. Álex lo aborda.
-       Buenas noches, menudo frío hace esta noche.
El hombre se gira y lo mira de arriba abajo.
-       ¿Vas en pijama y en zapatillas de estar por casa?
Álex se mira y se da cuenta de que es así, de nuevo improvisa.
-       He bajado a tirar la basura un momento, vivo ahí – señala el bloque de la izquierda.
El hombre le sonríe y se da la vuelta.
-       Has pecado y mucho.
El hombre se vuelve a mirar a Álex, su cara está asustada.
-       ¿Tú otra vez? No puede ser, si nosotros… eres sólo un crío.
-       La única forma de que un pecador deje de pecar es morir, y la única forma en la que un pecador merece morir es suicidándose.
-       Yo no voy a suicidarme.
-       Oh, claro que sí lo vas a hacer. Dos calles más abajo hay una carretera muy transitada, sería divertido caminar por el centro, ¿no crees?
Álex se da la vuelta y regresa a su casa en silencio, cuando está en el portal se da cuenta de que no se ha llevado las llaves, pero en ese momento, llega Paula corriendo y lo abraza, después lo empuja y le pega con las dos manos sobre su pecho, hasta que Álex la agarra por las muñecas.
-       ¿Dónde estabas? ¿Cómo te has ido así? Me has asustado tanto.
Álex la mira, no recuerda nada.
-       Vamos a casa.
Paula mete la llave en la cerradura. Álex se gira un momento y mira la calle, de repente, recuerda todo de nuevo.
Paula y él suben en silencio, empiezan a cenar lo que ha podido preparar ella con lo poco que había en la nevera, hace días que no acude a la compra.
Cuando están terminando, Paula, seria, comienza a hablar.
-       Álex, necesito saber qué te pasa para poder ayudarte, ¿me lo vas a contar?
Álex permanece en silencio.
-       ¿Dónde has ido? ¿Dónde fuiste el otro día?
Álex continúa sin decir nada.
-       He visto los periódicos, ¿eras tú el hombre misterioso? – hace un breve silencio antes de continuar – si es así, no deberías estar mal, fuiste muy valiente intentando salvar a aquel hombre – lo mira y continúa – si estás así porque murió no deberías, no fue culpa tuya.
-       Ya lo sé.
-       Entonces, ¿qué es lo que te pasa?
Álex toma fuerzas y comienza a hablar.
-       Cuando me arrodillé junto a él, aún vivía.
Paula abre los ojos sorprendida.
-       Y me dijo unas palabras muy raras antes de morir. Pero después…
Álex aguanta las lágrimas en sus ojos para que Paula no lo vea llorar, pero ésta se da cuenta.
-       ¿Qué pasó después?
-       Después no recuerdo nada.
-       Es normal por el shock y eso…
-       No, lo siguiente que recuerdo es despertarme en mi cama y sin saber si eso había sido un sueño o realidad. Además, las personas que me vieron no son capaces de saber qué sucedió conmigo, llegó la policía, la ambulancia y nadie recuerda haberme visto, aparte de esas personas que miraban por la ventana.
Los dos se quedan en silencio, Álex se abraza a Paula quien lo consuela como puede. Álex llora en silencio en sus brazos, hasta que se seca las lágrimas y la separa de él.
-       ¿Puedes quedarte esta noche conmigo?
Los dos se echan en la cama poco más tarde, acurrucados, Álex la mira, le toca el pelo con cariño y le da un beso en la cabeza. Son amigos desde hace un par de años, son amantes desde hace uno, pero ahora también son cómplices. Desde la primera vez que la vio, supo que era especial, pero nunca quiso atarse a nadie, pero ¿y ahora? ¿acaso no está atado a la muerte de un hombre y a las muertes de quiénes lo mataron? ¿por qué no atarse a ella? Quizás porque no haría más que traerle problemas, últimamente parece estar desequilibrado y le ocurren cosas muy extrañas, demasiado extrañas.
Enseguida se duermen, Paula serena a Álex y le conforta y, la paz acudiendo a su interior le hace entrar en el mundo de los sueños.

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